junio 04, 2007

Creo que nunca había sentido tanto frío


Creo que nunca había sentido tanto frío

Cuando las manos se congelan, los pies se duermen y pierdes la sensibilidad de tu rostro.
Cuando tu cuerpo completo tiembla,
Pero desde dentro hacia fuera.

No es un frío ambiental.

Es un frío del alma, del vacío que hay entre el pecho y las vísceras, un amasijo de tejidos que funciona más lento, de cómo se van acallando lentamente los latidos.

Sientes que mueres por un segundo.

La presión en tu cabeza te hace cerrar los ojos, buscando en algún lugar de esa oscuridad profunda una pizca de calor, que vuelva a encender ese rubor que tiene la vida en tus mejillas.

Son los segundos más largos del mundo.

No sabes si correr despavorido o hundirte en ese frío letargo que te envuelve.

Apretando cada vez mas los ojos hasta que broten tímidas gotas tibias por tu cara, que van a parar en las comisuras de tus labios, haciéndote sentir de nuevo vivo, que no es un sueño, que no puedes escapar de aquella oscuridad que absorbe tus tejidos internos, que carcome hasta el último suspiro tu aliento.

Cuando escuchas lo que nunca quisiste escuchar…

-“Ya no mas”-